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Café de los Angelitos

Av. Rivadavia 2100 (esq. Rincón)

 

Camino por Rivadavia como si estuviese transitando otro tiempo. Y algo de eso hay porque 30 años atrás yo vivía y trabajaba en este barrio. 

Veo fachadas conocidas y descubro casas que ya no están. La ciudad como escenografía. Siempre la pensé así. 

Enfoco desde lejos, con el zoom de mi máquina, la esquina del Café de los Angelitos. Y lo descubro maravilloso.

Cruzo la calle. Antes de entrar lo recorro por afuera y espío a través de los ventanales. Me seduce el fileteado de su nombre en los vidrios.

Entro y me instalo en una pequeña mesa redonda, de frente a la puerta, como si esperase a alguien. No hay nada más lindo que citarse en un bar y ver el momento en que el otro atraviesa la puerta. O adivinar su figura cruzando la calle.

Esta vez juego a esperar. 

 

El interior del café  está habitado por la nostalgia. Con sus fotos antiguas, sus inscripciones, su historia.

Se inauguró en 1890 con el nombre de Bar Rivadavia. Fue lugar de encuentro de compadritos y malandras a quienes , se dice, un comisario llamó irónicamente "los angelitos". En 1920 fue comprado, refaccionado y abierto con el nombre actual.

En 1992 se cierra. En el 2000 sufrió un derrumbe y fue demolido por precaución. Finalmente deciden reconstruirlo y reabre en el 2007. 

Y ahora parece tan sólido.

 

Me gustan sus mesas con tapa de mármol. Me gusta el piso de baldosas. Me gustan las sillas de madera oscura y tapizado verde. Y que sirvan terrones de azúcar.

Me siento refugiada en un  paréntesis que se abre para mí en esta ruidosa avenida.

Suena un tango de fondo. En una mesa cercana un señor mayor acomoda su audífono. Lleva puesta una campera de tela de avión. Hoy hace 32 grados. Él también parece transitar otro tiempo.

Texto y fotografías: Carina Migliaccio / Bar de Fondo


 

Comentarios

  1. Hermoso lugar. Comparto una pequeña anécdota: El año pasado tenía que encontrarme con alguien allí, y no recordaba la dirección exacta. Entonces, y como una especie de GPS de otro tiempo, vino a mi memoria la voz de mi abuelo cantando:"Café de los Angelitos/ bar de Gabino y Cazón/ yo te alegré con mis gritos/en los tiempos de Carlitos/por Rivadavia y Rincón"
    Yo también fui habitada por la nostalgia, aun antes de traspasar sus puertas.
    Saludos!
    Valeria

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    Respuestas
    1. Qué genial! Y la letra del tango está en un cuadrito colgada en una de las paredes. Gracias por tu anécdota que tiene mucho afecto dando vueltas.

      Eliminar
  2. La plaza de los Corrales era parte del hondo bajo fondo en el siglo XIX. Más que de bares, la zona estaba poblada de peringundines llenos de compadritos, canfinfleros y taitas que fandangeaban un milonga, una habanera o una habanera-milongueada con sus paicas y milonguitas , cuya envigada u ombligada ruborizó al entonces Pío IX que prohibió a los católicos bailar ese ritmo precursor del tango, por ser "lascivo, impúdico" y cualquier freudismo que se
    les ocurra.

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