Ir al contenido principal

Entradas

Apertura

Tengo una lista de bares notables de la ciudad. Pero también tengo una serie de bares que sólo son significativos para mí. En una mesa de café siempre siento que tengo algo para contar. A veces escribo algún apunte en las servilletas de papel para que no se me esfume la historia que me inspira el lugar. Siempre rescato algo de lo que observo. Porque un bar es para mí un microcosmos. Con su escenografía propia, sus personajes y las charlas que uno puede escuchar en forma fragmentaria. Y la vidriera con su vista al exterior, pasa a ser lo que menos me interesa. Porque el relato está adentro. Siempre. Con el bar de fondo. Soy Carina Migliaccio. Escribo y dirijo Bar de Fondo. "Autómata" - Edward Hopper- 1927
Entradas recientes

Lo que queda

Fijate cuánto me gustabas, que esa vez no me importó que el café estuviese quemado.  Fijate que el deseo era tan fuerte que me olvidé del azúcar, pero giré la cuchara nerviosa tratando de triturar un terrón inexistente.  Fijate que dejamos las tazas a un lado, y nos besamos.  Fijate que fue la última vez y no dijimos nada. Caminamos de la mano y nos separamos lento. Pero fijate bien.¿Lo ves? Parece que aún no nos soltamos. texto: Carina Migliaccio ( foto Vivian Maier)

Sortija

La cucharita gira. Y con ella mis pensamientos. Esas son vueltas que alientan la imaginación. Como las de la calesita de infancia, cuando te movía la ilusión de la sortija. Y vaya cosa, ahora, la cuchara en el pocillo de café es mi sortija diaria. Sería lindo atrapar una cuchara en el aire y que el mozo te trajese otro cortadito! Texto : Carina Migliaccio / Bar de fondo.

El orden de las cosas

Primero revolví el café y después me topé con tu mirada. Fue a través del espejo que coronaba la barra. Por eso me costó ubicarte. Pasaron unos minutos, recuerdo que sorbí el café y le faltaba azúcar, y vi que te parabas, listo para partir. Ahora, pensé. Tengo que girar, tengo que verlo de frente. Cuando giré ya no estabas. Es que pasabas por mi lado rumbo a la caja a buscar al mozo distraído. Volví a girar y a quedar como al principio, de frente a la barra. Te vi de espaldas, pagar la cuenta directo al cajero. Pero en vez de quedarme quieta, y sostener la mirada , me puse nerviosa y empecé a buscar no se qué en mi cartera. Ruido cercano. Movimiento. Luego, la puerta que se cierra. Levanté la vista. Espejo quieto. Barra. Cajero. Mozo. Nadie más. ¿Todo en orden? me preguntó el mozo al ver mi cara contraída. Si, gracias- contesté desilusionada. (A veces los viejos amores hacen tambalear el orden de las cosas) texto: Carina Migliaccio // bar de fondo Foto: Vivian Ma

Cuarentena

En mi taza de café caben todos los bares, dijo la vieja mientras giraba la cuchara. ¿Querés asomarte?, la invitó. La joven le dijo que no, que no era conveniente, que estaba allí sólo para llevarle comida, pero que no podía establecer contacto cercano. ¿Desde cuándo estás tan arisca?, se quejó la vieja. Estamos en cuarentena. ¿ Se acuerda que ayer le conté?, le contestó. Ah, eso. Al final están todos igual que yo, dijo la vieja con algo de satisfacción.  Eso es verdad , ahora no se puede salir, sólo para casos específicos, replicó la joven un poco desesperanzada. Bueno, pero yo tengo algo que nadie tiene. En mi taza de café caben todos los bares. La joven le hizo una sonrisa a la distancia. Ordenó un poco la cocina . Pasó un trapo con lavandina diluída por la mesada. Se lavó las manos con esmero. Y se despidió. La última visión que tuvo de la vieja fue la de verla sentada frente al televisor, con su taza. Lo que no alcanzó a ver es que mientras la vieja giraba la cuchara en e

Cortado en el Douglas Bar

Douglas bar  Dr. Luis Beláustegui 2702- Villa Santa Rita

Douglas Bar

Dr. Luis Beláustegui 2702 (Villa Santa Rita) Estoy a punto de dejar el barrio. Subo en mi auto, pego la vuelta y lo veo. Ahí, justito en la esquina, donde todo buen bar debe estar Fachada clásica. Algo descuidado, pero con la belleza de un café auténtico. Entro con una sonrisa ya instalada en mi cara: la felicidad es tan fácil cuando descubro un bar. Doble puerta vaivén, ventanas de guillotina de madera.  Persianas americanas verdes. Piso de baldosas gastadas. Mesas y sillas de madera clásicas. Manteles de cuerina. Techo despintado. Saco fotos y un cliente me dice "ya no hay boliches así ". Le doy la razón y le cuento que escribo sobre bares. Recuerdo haber leído la historia del nombre. En la manzana de enfrente estuvo la fábrica de cigarrillos Particulares, y en los años '50 fabricaban una marca que se llamaba Douglas. Herencia tabacalera la de este bar ! Me atiende Manuel ( o Manolo),  el dueño actual. Me cuenta que cuando se hizo cargo del bar, ese no

Visita a la Confitería del Molino

Av. Rivadavia y Callao Cierro los ojos y respiro. Estoy en el hall del edificio de la Confitería del Molino, a punto de entrar. Es un instante que me tomo, un momento para sostener el impulso de correr como una niña y empezar a bailar por el salón de la confitería. Pocos segundos para decirme: es verdad, después de 21 años vas a entrar otra vez al Molino. Escucho que el itinerario pasará primero por el salón del primer piso, luego descenderemos a la planta baja, en donde funcionaba la confitería y finalmente recorreremos uno de los departamentos. Abro los ojos. Las puertas de madera con vidrios biselados. Los ascensores art nouveau. La escalera de mármol. ¿Qué es lo que hace que este edificio sea tan mágico?   No puedo responder por todos, pero puedo contar lo que yo siento. Primero: El Molino es mi infancia. Inmediatamente me trae a la memoria las caminatas de niña tomada de la mano de mi mamá cuando ir hasta la plaza del Congreso era una fiesta cotidiana. Entonces