Ir al contenido principal

Café Tortoni

Av. de Mayo 825

El café Tortoni es considerado el bar más emblemático de Buenos Aires. Escribir sobre él me parece una tarea inabarcable. Pero lo voy a hacer a mi modo. Con mi propia sensibilidad. No voy a contar todo pero voy a contar lo que significa para mí, y lo que me transmite.

El Tortoni, para mí, es fundamentalmente el lugar en donde mi papá tomaba la leche merengada más rica de la ciudad. Y esa declaración me despertaba una curiosidad infinita. Porque cuando yo era chica sólo conocía eso que decía la canción: "me da leche merengada/ ay que vaca más salada".

Pasaron varios años hasta que mi papá me llevó con él a probar la famosa leche. Y muchos años más para que yo, ya adulta, descubriese el placer de sentarme en la mesa de un bar a tomar un café. 


Esta vez vuelvo al gran Tortoni para escribir la crónica. Y lo hago una tarde en la que curiosamente no hay fila de turistas agolpados a sus puertas. Así que tengo todo el espacio y todo el tiempo para recorrerlo. 
Qué imponente es. Qué bello. Cuántos cuadros, fotos, carteles, dibujos, se exhiben en sus paredes. Y esos vitrales en los techos. Es una maravilla.

Es el bar más antiguo de Buenos Aires, que sigue en funcionamiento. Fue fundado en 1858 por un inmigrante francés llamado Touan, que tomó el nombre y se inspiró en el Tortoni de París. A finales del siglo XIX fue comprado por otro francés, Celestino Curutchet, quien le dio ún más brillo.

Otro hito importante fue el de la apertura de su entrada por la flamante Avenida de Mayo, en el año 1894 un 26 de octubre (y por eso se declaró esa fecha como el día de los bares notables)

El edificio es de estilo neoclásico. Su fachada fue realizada por el arquitecto Christophersen.

Y de nuevo  viene a mi memoria y a mi corazón la imagen de mi padre, también arquitecto. Como si estuviese sentado junto a mí en esta mesa de mármol, susurrándome detalles de su estilo. Diciéndome por ejemplo que las columnas tienen capitel corintio.


En el salón central hay casi cien mesas de mármol veteado verde y blanco, con elegantes sillas de roble y sillones de cuero.
Al fondo tres salones: el salón César tiempo, donde antiguamente funcionaba la peluquería; la sala Alfonsina Storni, antes salón de familias; y el salón Eladia Blázquez, que en sus inicios fue salón de billares.

Por sus mesas  pasaron Borges, Alfonsina Storni, Quinquela Martín, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Molina Campos, Pirandello, Federico García Lorca, Cortázar, y hasta Carlos Gardel, que cantó dos veces en el café y que fue durante un tiempo habitué del lugar.

Su bodega fue habilitada en 1926 para la famosa Peña formada por los intelectuales que allí se reunían. Después fue refugio de grandes conciertos, y espectáculos siendo por años escenario de la  Fenix jazz band.

Tomo mi cortado y siento que laten en mí los ecos de aquellos que hicieron historia. 
Me dejo tentar y compro de recuerdo una taza con el logo.

Y elijo como remate una frase de Ramón Gómez de la Serna que inspirado en el Tortoni escribió 
"Nada se parece tanto a la luna como la mesa de mármol de un café"

Texto y fotografías: Carina Migliaccio / Bar de Fondo























Comentarios

  1. Gracias por compartir! La imagen de la leche merengada le agrega una nota de nostalgia a tu relato que lo hace brillar.

    ResponderEliminar
  2. me gustaria que fueras a las Violetas que es una confiteia que probablemente sea el lugar que mas historia politica tiene ya que desconocidas para la mayoria, pero te comento que ahi se formo y paso a la clandestinidad loos montoneros, los habitue fueron mas de 40 jovenes que en la decada de los 60 marco le epoca de la noche .... investiga y te llevaras una sorpresa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fui a las violetas ! Lo que me contad lo leí pero me falta investigar más. Muy interesante tu comentario

      Eliminar
  3. Excelente escenario porteño. Siempre comparto con mis amigas una merienda. Muchos miércoles la poesía en la antigua barbería. Cómo no recordar al Ateneo Poético Argentino que por 33 años funcionó allí, en la hoy, sala: Alfonsina Storni. Las picadas, las cenas, la Peña de Vera Váldor... Café Tortoni, un clásico de la urbanidad porteña. Gracias por traerlo al Facebook en esta mñana de enero 2017!

    ResponderEliminar
  4. EXCELENTE LUGAR ,QUE NO SE DEBE DEJAR DE VISITAR !!!

    ResponderEliminar
  5. Muy interesante la nota. Detalle irrelevante en cuanto al contenido, creo que estás equivocada acerca del estilo de los capiteles, lucen muy corintios para mi.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Ya lo corregí me dejé llevar por una descripción arquitectónica que leí y no había verificado en la foto esta claro. Jaja se ve que no aprendí la lección de mi Papa!

      Eliminar
  6. TUBE EL GRATO HONOR DE TOMAR UN CAFE EN ESE EMBLEMA DE DE LA CIUDAD DE BS.AS. TEMBIEN LO LLEVE A MI HIJO PARA QUE CONOSCA ESE LUGAR DONDE TANTOS PRESTEGIOSOS ARGENTINOS Y EXTRANJEROS LOS AN VISITADO. EN OTRA OCACION LA LLEVE A MI SOBRINA CINTIA QUE VIVE EN ITALIA Y QUEDO ENCANTADA CON EL LUGAR CUANDO LE CONTE ALGO DE LA HISTORIA DE ESTE ORGULLO NO SOLO PORTEÑO, TAMBIEN ARGENTINO.

    ResponderEliminar
  7. Me encanta tu comentario. Vivo en Cordoba, pero cada vez que voy a Buenos Aires, me deleito tomando un desayuno en alguno de los bares notables. Son increibles y es hermoso que los mantengan. Hace unos anios descubri El Gato Negro en Corrientes, donde,despues me entere, la hermana de mi madre (fallecidas ambas hace tiempo) iba a comprar especias. Son un verdadero lujo los bares notables! Y un privilegio poder conocerlos

    ResponderEliminar
  8. En la bodega del Tortoni recibí un premio importante con mi poesía MI VIENTRE DE NUEVE LUNAS,OBTENIENDO. EL SEGUNDO PREMIO, ENTRE 670 POETAS DE TODA ARGENTINA. Allí se reunía el Ateneo Poético Argentino.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que bueno!!! Felicitaciones y gracias por leer la crónica.

      Eliminar
  9. Esto parece, el pequeño baúl de los recuerdos, y es muy bonito. No solo el Tortoni sino todo lo que trae aparejado. Esos recuerdos tan elocuentes, que nos producen un pequeño cosquilleo en el estómago...algo así como la emoción de lo vivido que a cierta altura de la vida nos encanta compartir. Porque todo lo compartido se disfruta mas que el recuerdo solitario que emerge de nuestra mente y de nuestro corazón. Mi recuerdo se traslada a los nueve años, cuando comencé a estudiar piano con una profesora que vivía en Pichincha 32, a media cuadra de Av. de Mayo. Desde entonces la recorrí en distintas épocas de mi larga vida como también sus confiterías. Agradezco a todos especialmnte a Carina.

    ResponderEliminar
  10. Felicitaciones Carina!! Soy del interior y no conozco ninguno de los Bares declarados Notables,
    pero con tus relatos es como si los hubiera visitado. Gracias!!!

    ResponderEliminar
  11. Hermoso lugar, lleno de historia. Me llamó la atención que la bodega fue habilitada 32 años antes de de la fundación.

    ResponderEliminar
  12. Gracias por la nota, muy emotiva e instructiva. Siempre que viajo a Bs As me doy una vuelta por aquellos lugares tan emblemáticos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Sí verdad, es un lugar emblemático que no agota su encanto

      Eliminar
  13. Yo tengo un cuento dedicado al Tortoni en mi blog http://cuentosdedicados.blogspot.com se llama Un lugar en Buenos Aires, también se puede encontrar en Facebook en mi página Cuentos dedicados.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Las Violetas

Medrano y Rivadavia Nació un día de primavera, el 21 de septiembre de 1884, y desde entonces Las Violetas florece en la esquina de Rivadavia y Medrano. Cuando se fundó, la calle Rivadavia estaba atravesada por un tranvía tirado a caballo. La confitería  se plantó con elegancia en una de las paradas del tranvía, contrastando con la pulpería que se ubicaba justo en diagonal. Entre 1998 y el 2001 estuvo cerrada, y mucho se temió por su pérdida. Pero finalmente reabrió, y los trabajos de restauración salvaron su fisonomía y sus tesoros arquitectónicos. Entrar allí es perderse en un mundo coqueto y mágico. Es abrir una caja de bombones. Es habitar una caja de música. Hay que estar muy despierto, para no perderse detalle. Primero el pequeño mundo de tu mesa: la silla de tapizado bordó, la tapa de mármol de carrara,   la masita de crema que acompaña el café, o la bandeja exquisita del Té María Cala, las servilletitas con el logo violeta, los sobres de azúcar que replican los

Bar de Cao

Av. Independencia 2400 Un paseo por el barrio de mi infancia. Una tarde de lluvia. Un remate en el Bar de Cao. Me parece que está muy bien tomar un café en un local fundado por dos hermanos, de algún modo cierra el círculo de lo familiar.  Pero no me voy a hacer la etérea, no señores. Hay otra fuerza que arrastra a este bar. Y son sus jamones colgando ahí sobre la barra, tan al alcance y su promesa de picadas pantagruélicas. La historia del Bar de Cao comienza en 1915 con una fonda que funcionaba en esa esquina de Independencia y Matheu. Alrededor de 1925 los hermanos Pepe y Vicente Cao, asturianos, provenientes del pueblo de San Tirso de Abres, se hacen cargo del local. Y ahí toma entonces  el nombre de La Armonía , funcionando como almacén y despacho de bebidas. Pepe manejaba el bar y Vicente el almacén.  Durante el gobierno de Perón, una reglamentación los obligó a dividir el local en dos: por Independencia estaba el almacén y por Matheu, el bar. La separación la mar