Primero revolví el café y después me topé con tu mirada.
Fue a través del espejo que coronaba la barra. Por eso me costó ubicarte.
Pasaron unos minutos, recuerdo que sorbí el café y le faltaba azúcar, y vi que te parabas, listo para partir.
Ahora, pensé. Tengo que girar, tengo que verlo de frente.
Cuando giré ya no estabas. Es que pasabas por mi lado rumbo a la caja a buscar al mozo distraído.
Volví a girar y a quedar como al principio, de frente a la barra. Te vi de espaldas, pagar la cuenta directo al cajero.
Pero en vez de quedarme quieta, y sostener la mirada , me puse nerviosa y empecé a buscar no se qué en mi cartera. Ruido cercano. Movimiento. Luego, la puerta que se cierra.
Levanté la vista. Espejo quieto.
Barra. Cajero. Mozo. Nadie más.
¿Todo en orden? me preguntó el mozo al ver mi cara contraída.
Si, gracias- contesté desilusionada.
(A veces los viejos amores hacen tambalear el orden de las cosas)
texto: Carina Migliaccio // bar de fondo
Foto: Vivian Maier (autorretrato- 1971)

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