Soler 3599
Me pasó algo curioso cuando llegué al Café Nostalgia. De afuera me pareció un bar común y corriente, instalado en una esquina abierta en la que confluye un entramado de calles alborotadas. Sin embargo, todo se convirtió en otra cosa apenas empujé la puerta vaivén de madera gastada.
Entonces apareció ante mí un reducto de dimensiones pequeñas
que invita, como su nombre lo indica, a la nostalgia. Una nostalgia sin
prefabricar. Las cosas están, simplemente, sin parecer que hayan sido puestas
adrede para crear un efecto.
El café ocupa la planta baja de un edificio de siete pisos
construido por el arquitecto R. Scarpelli en 1935. El bar fue fundado en 1987,
y con tan pocos años ya es considerado un Bar Notable.
Es como un pequeño baúl de recuerdos, un baúl para revolver
dentro de la propia memoria emotiva.
Tiene también reminiscencias de patio de una casa antigua,
con piso de mosaico, sillones de mimbre en la puerta de entrada, afuera unos
toldos algo gastados, mesas de hierro despintadas. Y plantas. La vegetación
cubre parcialmente las ventanas, entonces desde adentro uno puede espiar la
vida urbana.
¿No les pasa que a veces uno va a un bar para buscar protección? Bueno, yo me sentía así en el Café Nostalgia: camuflada y a salvo, con la sensación de poder pasar horas sentadas a la mesa, cobijada de la ciudad.
¿No les pasa que a veces uno va a un bar para buscar protección? Bueno, yo me sentía así en el Café Nostalgia: camuflada y a salvo, con la sensación de poder pasar horas sentadas a la mesa, cobijada de la ciudad.
El lugar es cálido. La madera oscura abunda en mesas,
sillas, paredes y barra. Un tonel repleto de maníes, te tienta y te invita a
servirte en forma libre. Botellas de vodka que devienen floreros, flores silvestres
que adornan el lugar.
Hay cuadros de referencia infantil en las paredes: un conejo
de Alicia en el país controla su reloj, Snoopy duerme, Winnie the Pooh abraza a
un amigo. Me gusta. Es un bar sin pretensiones.
Me siento en un jardín olvidado. El tiempo parece volverse
elástico. Pido mi cortado. Escribo. Y al rato decido que me quiero quedar,
entonces almuerzo. Y al final, cuando me voy, lo hago convencida de que voy a
regresar.
Texto y fotografías: Carina Migliaccio / Bar de Fondo
Texto y fotografías: Carina Migliaccio / Bar de Fondo
Hermoso lugar, muy tranquilo y cálido. Trabajaba muy cerca de ahí y era mi lugar para descansar en el recreo.
ResponderEliminarHola Marcelo, gracias por tu comentario. Realmente es un café muy cálido!! saludos.
EliminarAcabo de pasar por esa esquina vivo a unas cuadras. Hace una semanas vi que estan tapando las ventanas y pensé que remodelarían y hoy me llevo la triste noticia de que cerro para siempre y que el local esta en venta.
ResponderEliminarUna pena!