Busquemos un territorio neutral - dice mi madre. Su voz ronca en el
teléfono me trae el pasado.
Otra vez me siento una nena. Otra vez me veo en el kiosco de la esquina
comprándole Jockey suaves, y guardando las monedas de vuelto para unos Sugus. Y
después arrepentida me veo dándole los puchos y las monedas a ella. Ella que
está acostada en la cama, despeinada, vestida así nomás con el camisón y un
pullover grande, el cenicero entre sus piernas, esperando. Los restos del
almuerzo en el plato sobre la mesa de luz. Y yo que entro y le dejo todo y ella
ni me mira, ni dice gracias.
Ahora en cambio dice territorio. Dice neutral.
Sé que no importa lo que yo proponga, terminará eligiendo ella. Acepto
ese juego agrio como una forma de terminar lo antes posible la conversación.
Nombro un bar, cualquiera, uno cerca de su casa. Después otro. Y otro. Pero
ella siempre encuentra una excusa: mucha gente, el café es horrible, yo a ese
lugar no voy, ahí nunca te atienden, no lo conozco, queda lejos.
Vayamos a Las Violetas- dice mi madre.
Entonces me acuerdo. Una tarde luminosa de octubre, es mi cumpleaños. Mi madre
se maquilla frente al espejo. Yo estoy con mi vestido blanco de pequeñas flores bordadas en
el canesú. Tengo unos zapatos Guillermina viejos pero lustrados y medias
Ciudadela que trepan hasta mis rodillas. Ella promete que me va a pedir una
chocolatada y que vamos a comer masas. Muchas masitas, dice. Yo no quiero ni
moverme para que todo siga, para que finalmente salgamos y vayamos a Las
Violetas. Pero algo se tuerce. Mi madre se pinta frenéticamente los ojos.
Grita. Muchas masitas, grita. Y se aplica rouge por fuera de los labios y
escupe el espejo. A mí las medias me dan picazón pero no me atrevo a rascarme,
quiero ser estatua. Ella sacude las manos, arroja la polvera, las sombras, el
rubor. Mi vestido ya no es blanco. Me mira, me dice que estoy sucia, que soy
una cochina, que así no puede salir conmigo. Que otra vez arruiné todo.
Vayamos a Las Violetas- dice mi madre en el teléfono. Y yo me voy
achicando. Mi voz se vuelve finita y aguda, y digo que sí. Por un instante creo
en la redención. Y me entrego con nostalgia a lo que nunca será.
Texto : Carina Migliaccio / Bar de Fondo.
Texto : Carina Migliaccio / Bar de Fondo.
MUY LINDO,Y MUY CONMOVEDOR
ResponderEliminarmuchísimas gracias !!
ResponderEliminarme llevó de la promesa de un momento maravilloso a la tristeza de una ilusión rota; será porque sin ser de Bs As amo Las Violetas
ResponderEliminargracias por tu lectura
EliminarHermoso regalo en el día de mi cumple, gracias, Artemio
ResponderEliminarqué bien! feliz cumple
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