1. Siempre me llamó la atención cuando un hombre pide un ristretto. Acá en Buenos Aires, porque en Roma es otra cosa. Allá es costumbre, acá excentricidad. Cuando un hombre pide un ristretto lo hace con orgullo, con decisión. Supongo que para el público en general puede representar el gesto de un macho, un tipo que se la banca. Va cortito y al pie. Pero yo tengo una hermenéutica un poco diferente sobre el café y sobre los hombres. Para mí, por ejemplo, el tipo que pide un ristretto, es un eyaculador precoz. Se hace el macho, arremete, pero no se banca tanta intensidad por mucho tiempo. En cambio el que pide café, así, simple, en pocillo, ese es un tipo cumplidor en el sexo. No es que te vaya a volar la cabeza, pero no decepciona. Por ahí si pide el café en jarrito, ya puede ser medio versero, un poco exagerado. El que pide un cortado, en cambio, es un mediocre, y el que aclara “mitad y mitad” un histérico. Después está el hombre que pide capuchino y que degusta l